Algunos prefieren la pintura en aerosol, las brochas, los plumones, las plantillas o las pegatinas. La mayoría no supera los 25 años. Escuchan música, tienen bandas, andan en skate, estudian Arte o Diseño Gráfico. Se conocen y entre todos promueven el grafiti, el esténcil y otras corrientes como expresiones válidas y valiosas. Son los protagonistas de un arte que vive entre la popularidad y los márgenes de la ciudad.
A veces, en el arte callejero hay que salir corriendo. Cuando se pinta un inmaculado muro sin permiso puede llegar la seguridad de la comuna, puede haber una multa y se puede terminar detenido. Lejos de ser un problema, estas condiciones de trabajo son un estímulo para quienes se dedican al arte bautizado en el mundo como street art. En la cultura del grafiti, eso es el vandal, y muchos lo consideran la esencia de su arte. No hay artista callejero que no lo haya hecho: pintar un muro sin pedir permiso, con la adrenalina y la pintura fluyendo, no es algo que se pueda hacer todos los días. Buscan un buen lugar, momento y diseño, encienden el reproductor de MP3, se ponen la mascarilla (algunos prefieren un pañuelo o, sencillamente, nada) y trabajan ese muro en el que hasta entonces nadie había reparado.
Pero aún no se sabe de nadie que viva de pintar las calles. El clásico grafiti neoyorquino, el esténcil a base de plantillas, los personajes animados de la "nueva figuración" y la corriente del sticker (que llena de pegatinas ilustradas toda la ciudad), son disciplinas que existen al margen del sistema de remuneraciones. En Chile, muchos de los que quieren vivir del arte callejero han buscado otros espacios. Mr. Trafic (Felipe Quezada, 24) creó en 2007 la Galería Trafixxx, espacio para pinturas, instalaciones y performances con un marcado estilo urbano, joven y, a veces, irreverente. Como él, la mayoría de quienes se dedican al arte callejero no llegan a los 30 años.
"En Santiago, la calle Loreto es un eje importante para mirar, hay piezas interesantes", cuenta. "Mi referente es lo que veo en la calle: la gráfica, la gente que anda en skate, la publicidad, la animación, los monitos, la velocidad, la naturaleza, el lenguaje... Yo pinté algunas veces en la calle, pero me interesa ir un poco más allá. Ahora estoy pensando en cómo hacer street art con energía solar, fabricando unas piezas que poseen la misma lógica del tag. Tiene que ver con hacer cruces entre la tecnología, los nuevos medios y el grafiti".
Además de la ciudad como referente, la música también es fuente de inspiración. El grafiti suele asociarse al rap, y de hecho comparten una estética, pero no es la única opción. Otros prefieren el reggae o el rock y el punk, frecuentes entre quienes se dedican al esténcil. Este arte basado en plantillas, de explícito contenido político y social, tiene como referente mundial al inglés Banksy. En él se han inspirado artistas como Veggie (Guillermo Alarcón), uno de los más reconocidos especialistas del esténcil en Santiago.
Viviendo del grafiti
Otro enfoque posible es el comercial o publicitario. Hace años que el arte callejero no carga con la etiqueta del vandalismo, y varias empresas lo utilizan para acercarse a un público seguidor de la estética urbana. Marcas de ropa y zapatillas han hecho campañas que tienen que ver con la calle. Por estos días, el vodka Absolut está en ello: la iniciativa Absolut art of sharing tendrá a Tonot (Cristian Losada) y Cucho (Martín Avendaño) realizando obras en vivo en los muros de bares capitalinos. Estarán en Club EVE (29 de julio), Centro Cultural Amanda (12 de agosto), Bar Loreto (19 de agosto) y Bar Constitución (25 de agosto).
Tonot, que eligió ese palíndromo para escribirlo en los vidrios de las micros y leerlo igual desde ambos lados, no sabe si los tiempos han cambiado o si, con los años, los artistas callejeros chilenos han mejorado. "Antes pasaban autos mientras pintábamos y nos gritaban cosas, súbete los pantalones o que está feo el mono. Ahora pintamos mejor y usamos ropa más apretada, nos dicen cosas mejores, les gusta lo que hacemos", cuenta uno de los herederos locales de Jean-Michel Basquiat y la Brigada Ramona Parra, mientras mira hacia un grafiti de pintura aún fresca, en pleno proceso de elaboración.
por Rocío Valdez C. LA TERCERA EDICIÓN domingo 25 de julio de 2010 PAG: 74
0 comentarios:
Publicar un comentario